Dicen las personas que me conocen (especialmente las 2 ó 3 que puede que en algún momento visiten este blog), que yo soy una persona de odios. Los amores son poquitos, lo sé y lo que sí tengo muy claro sobre mi personalidad es que existen cosas (pequeñas y tontas) que me producen fastidio y repugnancia. Aquí haré un breve resumen:
Primero, la gente que habla y escribe con mucha ceremonia. Por allá algún profesor me dijo que lo más importante del lenguaje era la economía. Me volví activista de esa causa. Por eso cuando una persona al hablar o al escribir dice "cena, biberón, calcetín, habitación" queriendo decir "comida, tetero, media, cuarto" sin ninguna excusa de tipo cultural, me dan náuseas y parece que voy a expulsar violentamente el contenido del estómago. Dirán ustedes que esto es intolerancia... LO ES!!!! evidentemente, pero emprender una campaña para que se suprima el uso de estas palabras salidas de telenovela mexicana en Colombia para ahorrarme una deshidratación por vómito no tiene nada de malo.
Segundo, la gente que quiere ser mi amiga. La amistad, querido lector, es algo que se da na tu ral men te! no es algo que se fuerza. Querer ser amigo de alguien daña todo el sentido de "encontrarse" por la vida, por casualidad y pasar ratos agradables. Y en esta misma categoría cabe el odio por la gente que por haber compartido una fiesta, un cigarrillo o un saludo, ya cree que ser amigo.... Esa gente también me da vómito.
Tercero, los que tienen ínfulas de poetas. Si a usted por algún motivo se le facilita escribir, felicitaciones. Es uno de los talentos más escasos en los seres humanos (desde mi punto de vista). Si además se le facilita escribir poesía pues con las felicitaciones le mando un abrazo fuerte y tres palmadas en la espalda. Pero no se engañe... si a usted no le queda tan fácil escribir, amigo, la poesía no es lo suyo. No trate por ningún motivo de plasmar en papel sus sentimientos profundos por "aquella mujer hermosa de cabellos como cascadas" (esta frase es verídica). O mejor dicho, hágalo, bienvenido, pero no trate de compartirlo conmigo. Tengo un defecto tremendo: padezco de ataques de risa incontrolables. Un día uno de estos personajes, se sentó en un parque y me leyó un poema tipo Arjona, me dio una episodio tan raro, que pocas veces en la vida se me ha repetido: unas náuseas mezcladas con uno de los ataques de risa incontrolable. Fue complicado, el poeta por supuesto nunca me volvió a hablar. Yo amo la buena poesía tanto como odio la poesía barata.
Cuarto, la mala ortografía. Evidentemente este odio tiene algo de discriminatorio. Yo no odio a la gente que tiene mala ortografía en general. ODIO a la gente que ha tenido educación, oportunidad de leer, etc. etc. y que aún así ni se preocupa, pero ni por un segundo, por escribir adecuadamente. Si a usted se le pasa un error cada cierto número de palabras, o no pone tildes algunas veces, no se sienta aludido. Pero si usted hace parte de los zoquetes que piensan que la ortografía no importa y que escribe canSillería o Volivar. Bien pueda siéntase aludido y si me conoce, amable lector, téngalo muy claro: probablemente lo odio, me da vómito o me cae mal, muy mal.
Concluya entonces lo que se le dé la gana, que de tanto hablar de cosas que dan vómito, ya me dio rabia.