martes, 18 de agosto de 2009

Quinto Gesto: de la conmemoración...

"Morir y dejar obra"
-Teatro Matacandelas, La Chica que quería ser Dios.



Durante las dos semanas que acaban de pasar se conmemoraron varios eventos. Unos nefastos, unos hermosos, otros que cambiaron el mundo y muchos que a mi me cambiaron la vida. La semana empezó cuando en todas partes empezó a aparecer la sonrisa desdentada de ese ser maravilloso que trágicamente nos enseñó que en Colombia la libertad de expresión es un almacén en el centro. Jaime Garzón fue asesinado hace diez años y su crimen sigue impune en este país injusto. Las teorías sobre sus vínculos con la guerrilla, sobre los marranos, los pollos y los perros que regaló a las FARC nunca fueron probadas. En cambio, todos los colombianos fuimos testigos (mudos) de sus predicciones y hoy al ver la foto en la que desnudo, envuelto en una bandera de Colombia se pregunta "¿Colombia como te va sin mi?" a mi por lo menos se me llenan los ojos de lágrimas y empiezo a comprender que la respuesta no es muy esperanzadora que digamos.

Ese mismo día, y haciendo uso de una plataforma virtual que es como una puerta al pasado, alguien me recordó que el día que mataron a Garzón, hace diez años estrenamos llenos de ilusiones alguna obra de teatro infantil que ya parece estar fotografiada en sepia. En ese entonces, varios de nosotros creíamos en las artes como medio educativo, como cooptador de mentes que creyeran en los valores en los que nosotros creíamos. Y entonces pensé que en lo triste que me siento de haber dejado atrás esos días inocentes en los que mis medios de lucha partían de la experiencia artística y en que las empresas titánicas no me daban tanta pereza como ahora. De los largos ensayos, las semanas trasnochando y las peleas que trae consigo la adolescencia, me quedaron sólo recuerdos y ahora que me siento, llena de nostalgia, a escribir esta sarta de sandeces que quizá nadie lea, se me ponen los pelos de punta cuando pienso en el coro de la canción final de esa obra de teatro que decía: "sueña una vez más, las realidades son los sueños que se cansan de esperar".

Y para seguir en la misma tónica, unos pocos días después, me levanté y el día estaba particularmente gris, pesado... y entonces recordé que ese día hace 21 años, cualquier miserable de esos que abundan en este país no tuvo ningún problema en subirse una moto y arrancar a tiros la vida de mi abuelo: un hombre bueno, honesto, inteligente, con hijos, con nietos, con esposa, con una vida dedicada a la justicia... ese día de agosto cambió mi vida, con tres años y medio tuve que hacer el duelo matando a mi amigo imaginario que me acompañaba a todos lados y desde ese momento, me quedé un poco más sola. El sicariato no sólo me quitó a mi abuelo, me quitó también a Brisalbo...

Esta semana también se cumplieron 40 años de Woodstock (three days of peace, love and music) y también han pasado 20 años desde que a Colombia le asesinaron su presidente (Porque digan lo que digan todos sabíamos que Galán iba a ser presidente de la república). Un amigo mío dice que agosto es un mes maldito y yo me pregunto: ¿cuántos agostos tienen que pasar para que el mundo cambie?